RETO TOKIO CAPITULO 24 - EL NUEVO DK (Grits/Mi Vida Be Like/ Ohh Ahh)

 

Horas más tarde, en un parking subterráneo de Tokio, los motores rugían y los neones reflejaban sus luces vibrantes en los capós de los coches. El aire estaba cargado de humo de neumáticos y el olor a gasolina. En el centro de la escena, con su carrocería brillante bajo las luces, estaba el Ford Fiesta de Rey Potro, ahora tuneado al puro estilo JDM: pintura roja con vinilos dorados, alerón agresivo, llantas deportivas y una suspensión ajustada para el drift. Con un derrape limpio y controlado, Rey Potro hizo su entrada triunfal en el lugar, dejando una estela de humo blanco y frenando justo al lado de Han.

 


— ¡Vaya entrada! —rio Han, dándole una palmada en el hombro—. Eres el puto amo, Rey Potro. Ahora sí que eres el DK de Tokio.

El ambiente era de pura celebración. Coches de todos los estilos rodeaban la pista improvisada. La música atronaba desde altavoces montados en un Supra, y la multitud se agrupaba en torno a Rey Potro, felicitándolo por su victoria en el Monte Fuji.

De repente, una risa infantil interrumpió la conversación. Un pequeño torbellino llamado Shin Chan apareció, balanceándose exageradamente y señalando con orgullo su Super Robot, que brillaba con luces multicolores.

— ¡Rey Potro, eres más rápido que mi robot volador! Pero seguro que no bailas tan bien como yo. —Shin Chan empezó a menear el trasero de lado a lado.

—Jajaja, qué demonios, Shin Chan… —Rey Potro se llevó una mano a la cara mientras el pequeño volvía a hacer de las suyas.

Justo entonces, un rayo eléctrico iluminó la escena. Pikachu saltó desde el techo de un coche y aterrizó sobre el hombro de Ash, quien avanzaba con una sonrisa confiada.

— ¡Lo lograste, Rey Potro! —Ash extendió su puño para un choque de nudillos.

Rey Potro sonrió y correspondió el gesto.

—No podría haberlo hecho sin todo lo que aprendí en este viaje.

— ¡Pika, pika! —exclamó Pikachu, con los mofletes chispeando de emoción.

—No está nada mal, amigo —dijo una voz grave desde la multitud. Goku emergió de entre los coches, con su uniforme de batalla impecable y una sonrisa tranquila—. Sabía que llegarías lejos. Lo llevas en la sangre.

—Gracias, Goku. Lo cierto es que ha sido un camino complicado, pero aquí estamos —respondió Rey Potro.

El ambiente de la celebración era perfecto. Risas, bromas, acelerones en seco y demostraciones de drift se sucedían entre la multitud. Sin embargo, justo cuando Rey Potro levantaba una lata de refresco para brindar con sus amigos, un sonido familiar le erizó la piel.

El pitido agudo de sus gafas de comunicación. La alegría en su rostro se desvaneció al instante.

Se las ajustó y aceptó la llamada. En la pequeña pantalla holográfica apareció un rostro conocido y, como era de esperarse, completamente indignado.

— ¡Rey Potro! —Bramó la inconfundible voz de Trump—. ¿Dónde demonios te has metido?

Rey Potro suspiró, todavía con la lata en la mano.

—en Tokio, Japón. Es un país extraño pero a la vez sorprendente —respondió con calma.

— ¡No hay tiempo para fiestas, idiota! —Gritó Trump, agitando las manos—. Los alienígenas han vuelto a hacer de las suyas. ¡Están alterado el espacio-tiempo y ahora Grecia ha regresado a la época clásica!

Silencio absoluto en el parking. Todos se quedaron mirando a Rey Potro, esperando su reacción.

—Espera, espera… ¿cómo que Grecia ha vuelto a la época clásica? —preguntó, frunciendo el ceño.

— ¡Que estamos en problemas, imbécil! —Insistió Trump—. Tienes que ir allí de inmediato. Los alienígenas están jugando con la historia y esto puede salirse de control.

Rey Potro exhaló pesadamente. Miró a sus amigos, que esperaban su decisión. Sabía que la batalla no había terminado.

—Muy bien —dijo finalmente, con una mirada decidida—. Es hora de ir a Grecia.

Goku sonrió y se cruzó de brazos.

—Entonces vamos contigo. No puedes enfrentar esto solo.

Ash asintió con firmeza.

—Cuenta conmigo y con mis Pokémon.

Shin Chan subió a su Super Robot y se puso en pose de combate.

— ¡Vamos a darle a esos aliens en el trasero!

Rey Potro esbozó una sonrisa. La batalla aún no había terminado. 

---Chicos siendo sincero si están en la época clásica será mejor que vaya yo solo, no vaya a ser que se asusten al ver los pokemons o los robots.

El chico se despido de sus amigos que sabiendo que estarian allí si les llama. Ahora con la sabiduría de un samurái estaba listo para lo que viniera. La Grecia clásica la esperaba.






Comentarios