RETO TOKIO CAPITULO1 - NO ES UNA CIUDAD NORMAL (Six Days-Mos Def ft. DJ Shadow)
Rey Potro 07 avanzaba a toda velocidad por la mítica Ruta 66, el rugido de su motor resonando como un trueno. Atrás había quedado Santa Mónica, pero no era un final: era el inicio de algo mucho más grande. En un acto de audacia sin precedentes, su coche no se detuvo al llegar al famoso muelle, sino que saltó. No cayó al océano como podría esperarse, sino que surcó los cielos, envuelto en un brillo irreal, como si lo moviera una fuerza desconocida.
El aire se volvió pesado, y la realidad misma pareció
tambalearse. Cuando Rey Potro abrió los ojos, se encontraba volando entre
rascacielos. El rugir de su motor se mezclaba con el sonido de una ciudad
vibrante y viva. Aterrizó con precisión quirúrgica en el famoso cruce de
Shibuya, en Tokio. Luces de neón y pantallas gigantes lo rodeaban, mostrando
mensajes que no lograba descifrar, mientras una multitud de transeúntes quedaba
petrificada al ver aparecer un coche en medio del bullicio.
— ¿Dónde estoy? —murmuró Rey
Potro, mirando el tablero de mandos, que ahora parpadeaba con caracteres
extraños. Sus gafas comenzaron a hablar en japonés, antes de cambiar al inglés
y luego al español.
—Ubicación actual: Tokio, Japón. Coordenadas exactas confirmadas.
Rey Potro no había esperado esto. Lo último que recordaba antes del salto era que había logrado evadir un ataque alienígena sobre California. Ahora, la ciudad que lo rodeaba estaba llena de vida, pero también muy extraña, no se parecía a lo visto en España y américa. Había algo fuera de lugar en Shibuya: aunque todo parecía normal, había demasiados drones sobrevolando la zona y una energía pulsante que sentía bajo su piel.
—Debo descubrir qué está pasando aquí —se dijo, apretando los dientes
Rey Potro encendió el motor de su coche, listo para descubrir la extraña región. Conduciendo por las calles de Japón se daría cuenta de todo el tráfico y el caos que es la ciudad en sí, dándose cuenta de que el coche no iba a ser muy útil en la ciudad. Llego al barrio de akihabara que estaría lleno de personajes de anime y videojuegos.
Rey Potro condujo lentamente por las coloridas calles de Akihabara, maravillado por los letreros de neón, las tiendas temáticas y las personas vestidas como personajes de anime. Aunque el caos urbano lo hacía sentir fuera de lugar, no podía evitar sonreír ante la peculiaridad del lugar.
Aparcó su coche cerca de una tienda de figuras de colección y decidió recorrer el barrio a pie. Entre las multitudes, algo llamó su atención: un niño pequeño con una camiseta roja y pantalones amarillos, que parecía estar en todas partes a la vez. El niño, que no tendría más de cinco años, llevaba una bolsa de juguetes en una mano y un paquete de galletas en la otra. Su comportamiento era tan peculiar que Rey Potro no pudo evitar reír.
— ¡Oye, tú! —gritó el niño en un japonés sorprendentemente claro. Antes de que Rey Potro pudiera responder, el pequeño se acercó corriendo y señaló su chaqueta de cuero—. ¡Tú te ves como un héroe de película! ¿Eres un luchador del espacio?
Rey Potro arqueó una ceja, sorprendido por la confianza del niño.
—Jajaja yo no he hecho nada del otro mundo —respondió, con la esperanza de que el niño lo entendiera.
— ¡Soy Shin Chan! —Dijo el niño, dando un pequeño salto y agitando sus brazos como si estuviera en un programa de televisión—. Y tú... ¡eres muy guay! Pero tienes un coche raro. ¿Es un coche de batalla?
—solo es un Ford fiesta rojo con un rayo —contestó Rey Potro, divertido—. ¿Qué haces aquí, Shin Chan?
—Estoy buscando un robot súper especial que dicen que tiene poderes mágicos —respondió el niño, masticando una galleta mientras hablaba—. Pero Akihabara es gigante, y me he perdido un poco. ¿Sabes dónde está?
--ni idea shin chan yo acabo de aterrizar aquí y no se ni dónde estoy -- le responde y al rato suenan las gafas de --- si? , Toretto?, al fin alguien conocido, como huiste de los Ángeles?
-- huimos a la república dominicana, y si toda la familia está bien, tu donde te encuentras? -- alegrado por saber que el chico estaba bien--
--estoy en una ciudad rarísima llamada Tokio, en Japón -- rey potro se piensa que toretto nunca había estado en Japón
-- bien, estas de suerte allí vive un amigo antiguo miembro de mi familia, búscale se llama han, él te ayudara--
--gracias toretto cuando acabemos con los aliens tenemos una barbacoa pendiente-- se despidieron
— ¡Guau! —Gritó Shin Chan, dejando caer sus galletas al suelo—. ¡Tienes unas gafas que hablan! ¿Puedes dejármelas?
Rey Potro sintió una tranquilidad al hablar con toretto. Miró a Shin Chan, que ya estaba tirando de su chaqueta para que le dejara las gafas.
—tu, shin chan? eres de aquí no? —le pregunto con picardía.
Shin Chan miró a Rey Potro con una sonrisa pícara y respondió mientras ajustaba su mochila llena de juguetes.
— ¡Claro que sí! Yo soy el rey de Kasukabe... bueno, en realidad de todo Japón. Si necesitas algo, yo soy tu hombre.
Rey Potro no pudo evitar soltar una carcajada. Había algo en ese niño que le recordaba la espontaneidad y valentía de los héroes más improbables.
—Bueno, pequeño rey de Japón, necesito encontrar a alguien llamado Han. Me dijeron que vive aquí en Tokio y que podría ayudarme con un pequeño problema que tengo.
Shin Chan se llevó una mano a la barbilla como si estuviera pensando profundamente, aunque Rey Potro sospechaba que simplemente estaba posando.
—Han, Han... No sé quién es, pero si tiene que ver con coches, seguro que está por la wangan o daikoku. ¡Allí tienen todo tipo de autos geniales! Podemos ir juntos, y de paso buscamos mi robot mágico.
Rey Potro arqueó una ceja. Llevaba poco tiempo en Tokio y ya estaba metido en una misión con un niño hiperactivo. Pero algo le decía que Shin Chan sería más útil de lo que parecía.
—De acuerdo, Shin Chan. Pero no toques nada en mi coche, ¿entendido?
El niño levantó una mano como si estuviera jurando.
— ¡Prometido! Aunque, si se me cae una galleta en tu coche, no es culpa mía.
Rey Potro negó con la cabeza mientras ambos caminaban hacia el Ford Fiesta rojo. La gente todavía lanzaba miradas curiosas al vehículo con el rayo dibujado en un costado. Shin Chan se subió al asiento del copiloto y comenzó a curiosear todos los botones.
— ¡Guau, este coche parece salido de una película! ¿Puede volar?
—quien te crees que soy?, ni que fuese toretto —respondió Rey Potro, arrancando el motor.
Con Shin Chan dando indicaciones caóticas, atravesaron las calles de Tokio rumbo a la wangan. A medida que se alejaban de Akihabara, el bullicio de las multitudes comenzaba a disiparse. Sin embargo, Rey Potro no podía ignorar la extraña sensación de que estaban siendo observados.
—Oye, Shin Chan, ¿hay muchos drones en esta ciudad? —preguntó, señalando al cielo, donde varios dispositivos parecían seguir su coche.
— ¡Claro que sí! Tokio está lleno de ellos. Pero esos no parecen normales... ¡Parecen sacados de una película de alienígenas! —respondió el niño, emocionado.
Rey Potro frunció el ceño. Las palabras de Shin Chan le recordaron su misión. Había algo extraño sucediendo en Tokio, y no tardaría mucho en descubrirlo.




Comentarios
Publicar un comentario