RETO TOKIO CAPITULO 18 - VUELTA AL BOSQUE (Dragon ball gt opening)
El aire del amanecer estaba impregnado del aroma de los pinos y la humedad de la tierra cuando Rey Potro regresó al bosque, aún con la frustración pesando en su corazón tras su infructuosa búsqueda en el Castillo Himeji. Las sombras de los árboles se alargaban y entrelazaban, creando un tapiz de luz y oscuridad en el suelo cubierto de hojas crujientes. Mientras avanzaba, el silencio del bosque parecía más denso, como si la naturaleza misma estuviera conteniendo el aliento.
Rey Potro caminaba sin rumbo fijo, repasando mentalmente cada detalle de su búsqueda fallida. "¿Cómo es posible que la espada no esté allí?", se preguntaba. Cada paso que daba resonaba en su mente como un eco de su desilusión. La idea de que la katana superpoderosa no existiera comenzaba a calar en su espíritu, pero había algo que no encajaba, una pieza faltante en el rompecabezas que no podía ignorar.
De repente, el sonido de golpes rápidos y gritos de esfuerzo rompió la quietud del bosque. Intrigado, Rey Potro siguió el sonido hasta un claro bañado por la luz dorada del sol. Allí, en el centro del claro, un hombre de cabello negro y erizado, vestido con un gi uniforme de combate anaranjado, se movía con una velocidad y precisión sobrehumanas. Sus puños cortaban el aire con fuerza, y sus pies apenas tocaban el suelo mientras ejecutaba movimientos que desafiaban la gravedad.
Rey Potro se quedó inmóvil, observando cómo el hombre entrenaba con una intensidad que parecía no conocer límites. Cada golpe que lanzaba iba acompañado de una energía palpable, una fuerza que vibraba en el aire. Finalmente, el hombre se detuvo, respirando hondo, y alzó la vista hacia Rey Potro. Sus ojos negros, llenos de determinación y serenidad, lo estudiaron por un momento antes de sonreír amablemente.
— ¡Hola! —Saludó el hombre, limpiándose el sudor de la frente con la muñeca—. No te había visto por aquí antes. Me llamo Goku.
Rey Potro, sorprendido por la calidez del saludo, respondió con una leve inclinación de cabeza.
—Soy Rey Potro. Estaba... buscando algo en este bosque.
Goku rápidamente captó la tensión en la voz de Rey Potro y su expresión se volvió más seria.
— ¿Algo importante? —Preguntó, cruzando los brazos—. A veces, lo que buscamos no está donde creemos.
Rey Potro suspiró, dejando que sus palabras fluyeran sin reservas.
—Buscaba una espada. Me dijeron que era la clave para enfrentar a mis enemigos, pero... no está donde se suponía que debía estar.
Goku asintió lentamente, como si comprendiera perfectamente el dilema.
—He aprendido que el verdadero poder no siempre está en las armas —dijo, mirando hacia el cielo—. A veces, está en nuestra mente, en nuestra determinación. La fuerza física es solo una parte del camino.
Rey Potro frunció el ceño, considerando esas palabras.
—Pero ¿qué pasa si esa fuerza no es suficiente?
Goku sonrió de nuevo, esta vez con una chispa de entusiasmo en sus ojos.
—Entonces entrenamos más fuerte. Aprendemos. Crecemos. ¿Te gustaría intentarlo?
La propuesta tomó por sorpresa a Rey Potro. No estaba seguro de lo que podía ganar de un entrenamiento en ese momento, pero algo en la actitud de Goku lo inspiró. Asintió, aceptando el reto.
Sin embargo, Goku levantó una mano, deteniéndolo.
—No ahora —dijo con una sonrisa tranquila—. El entrenamiento vendrá cuando estés listo. Primero, necesitas entender por qué buscas esa espada. ¿Realmente crees que es la clave para tu victoria?
Rey Potro se quedó pensativo, las palabras de Goku resonando en su mente. El hombre de cabello erizado se sentó en una roca cercana, invitando a Rey Potro a hacer lo mismo.
—Mientras piensas en eso, te contaré algo —dijo Goku, con un brillo de nostalgia en los ojos—. Estoy en una búsqueda propia. Estoy buscando las Bolas de Dragón, siete esferas mágicas que, al reunirse, pueden invocar a un dragón que concede deseos.
Rey Potro lo miró, intrigado.
— ¿Deseos? Eso suena... único.
Goku asintió con energía.
—Lo es. Pero no es solo el deseo lo que importa, sino el viaje para encontrarlas. Cada desafío, cada amigo que haces en el camino... todo eso te moldea. Además, pronto habrá un gran Torneo de Artes Marciales. Es una oportunidad para medir nuestra fuerza y aprender de otros guerreros.
Rey Potro sonrió ligeramente, la idea de un torneo encendiéndole una chispa de interés.
—Suena como algo que podría necesitar.
Goku se puso de pie con agilidad.
—Quizás nos crucemos en ese torneo, Rey Potro. Quién sabe, tal vez descubras que la espada que buscas no es de acero, sino de voluntad.
Rey Potro se levantó también, y al mirar a Goku, sintió que había encontrado a alguien que entendía sus dudas y frustraciones. Goku, con su sonrisa contagiosa y su energía incansable, le transmitía una confianza que había comenzado a perder.
— ¿Y si te acompaño en tu búsqueda? —Preguntó Rey Potro—. Quizás en el camino encuentre respuestas propias.
Goku lo miró sorprendido, pero su sonrisa se amplió.
— ¡Sería genial! ¡Nunca está de más tener un nuevo amigo en la aventura!
Con ese acuerdo sellado, ambos comenzaron a caminar juntos a través del denso bosque. Goku compartía historias de sus aventuras pasadas, desde enfrentamientos con poderosos enemigos hasta momentos de camaradería con sus amigos. Rey Potro escuchaba atentamente, cada relato despertando una mezcla de admiración y esperanza.
Mientras avanzaban, el paisaje cambiaba, los árboles se volvían más altos y el follaje más espeso. El sol filtraba sus rayos entre las hojas, creando patrones de luz que danzaban en el suelo. De vez en cuando, Goku se detenía para mostrarle a Rey Potro alguna planta extraña o una huella en el suelo, explicando con entusiasmo cada detalle.



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